Cuentos de Ana y Alfredo
Bienvenidos a nuestro blog.Las fotos que aquí os presentamos corresponden a lugares de Samper de Calanda para que, cuando tengáis el cuento "El descanso de Pedro y Dulce"en vuestras manos, podáis comparar las fotos con los dibujos.
UNA HISTORIA PARA ENTENDER ESTE CUENTO
Hace muchos, muchos años, un joven pastor de Hijar estaba cuidando de su rebaño en las tierras de Samper, cuando su perro, infectado de la rabia, se curó al acercarse a un matorral. El pastor, se dirigió a ver que es lo que tenia dicha planta, y se encontró la imagen de una mujer tallada en madera.
El joven decidió llevarse la talla a su pueblo, y vieron como los animales al acercarse a ella, sanaban de la rabia. Decidieron que esa talla era Santa Quiteria, púes a ella se le atribuía la curación de ese mal.
Pronto llegaron las noticias a los vecinos de Samper, de los milagros que se estaban produciendo en Hijar. Y decidieron ir a reclamar la imagen de la santa, púes se había encontrado en su termino municipal y alegaban que debería ser suya.
Se produjo una gran pelea por la posesión de la talla, pero los hijaranos, la habían escondido muy bien y bajo llave, y los de Samper tuvieron que volver a casa sin ella.
Fue al poco que otro pastor, esta vez de Samper, volvió a encontrar la misma talla y en el mismo lugar. Esta vez las noticias llegaron a los vecinos del pueblo de Hijar, que no querían creérselo, púes la tenían guardada bajo llave, así que fueron a ver si estaba en su lugar, y descubrieron que había desaparecido.
Entre ambos pueblos, decidieron levantar una capilla a la Santa, en el mismo lugar que había aparecido las dos veces.
El lunes de Pascua y desde entonces, Hijar y Samper se juntan en romería para venerar a Santa Quiteria. El alcalde de Samper entrega ese día el bastón de mando al alcalde de Hijar.
Pero fue alrededor del año 1600 cuando aparecieron por Samper los monjes Agustinos, ampliaron la capilla y construyeron un monasterio.
Nuestro cuento, narra la leyenda de un monje que bajaba todos los días para ayudar a los vecinos de Samper, con medicinas, alimentos...
Con los años este monje al que nosotros llamamos Pedro, se hizo mayor y cada vez le costaba más desplazarse entre el monasterio y el pueblo. Los vecinos de Samper en agradecimiento por todos sus servicios, le construyeron un sitio donde descansar.
Esta leyenda nos la han contado muchas veces nuestros padres y abuelos, se ha ido transmitiendo de generación en generación. Nosotros la hemos plasmado para que se recuerde para siempre.
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